¿Por qué?

CAUSA Y ORIGEN

La Fundación Ramón Medina Arce es la respuesta a la pregunta que todo hombre se realiza en algún momento de su vida ¿Quién soy? ¿Hacia dónde camino?

No sabemos el cuándo de esta pregunta, ni el porqué ni el cómo, pero si tenemos la plena certeza que en un momento crucial de la vida, el hombre se queda solo ante sí mismo. Cuando la sociedad del bienestar no da respuesta a nuestras inquietudes, y cuando los logros y triunfos de nuestro mundo dejan de ser transcendentes… Es el momento idóneo para mirar hacia nuestro interior y poder sentir un vacío profundo que requiere una respuesta. ¿Quién soy? ¿Hacia dónde camino?

Llegado ese momento, todo hombre debería tener una formación en valores objetivos, fundada en la experiencia y la independencia de vida, que garantice un debate interno libre de condicionamiento y limitaciones, que permita encontrar una respuesta profunda, coherente y comprometida.

Pero, ¿Cuál es la respuesta?

Yo no la encontré durante décadas, buscándola en la ciencia, en la filosofía, en la teología, en la política…, no encontrando respuesta alguna a todas mis contradicciones:


Yo creía en la trascendencia del hombre, pero no sabía el porqué y a que me obligaba. Yo creía en una sociedad justa, pero no sabía qué hacer para no caer en el desánimo. Yo creía en Jesucristo, en su vida, que podía dar respuesta a todas mis preguntas, pero cada vez me alejaba más de Él. Yo creía en un mensaje de amor, pobreza, paz y fraternidad y cada vez era más indiferente al prójimo… y todo ello sucedió porque sucumbí a los encantos de la sociedad del bienestar, al consumismo, al individualismo, al relativismo…, a la negación del hombre.

Mis logros profesionales y económicos crecían al mismo ritmo que mis contradicciones. Siempre había distintas justificaciones para los nuevos proyectos. El interés general, la creación de puestos de trabajos, la designación simbólica a un proyecto del tercer mundo,… Pero eran meras justificaciones que no podían impedir que cada vez fuera menos hombre.

En el año 1992 sucedió un gran hecho excepcional. El nacimiento de Ramón Medina Arce. Hoy después de once años desde su muerte comprendo, mejor que nunca, lo excepcional y el sentido de su vida.

Nadie podía comprender como ese niño de ocho años, simpático, travieso, conocido y amado por un pueblo, tenía esa sensibilidad especial con los demás, especialmente con los excluidos, a los que consideraba sus íntimos amigos.

Nadie podía comprender el testimonio de alegría y amor que dejó a todos en sus últimos días de vida.

Hoy todos comprendemos cual fue tu secreto, Ramón… Solo te importó el amor, el amor al hombre, a todos los hombres y especialmente a los excluidos. Dejaste tu mejor testamento y herencia… Tu vida… Y así se inicio la respuesta que anhelé durante toda mi existencia.

Después, conocí a grandes hombres que ratificaron tu vida y tu verdad… Pepe Mazuelos, amigo sacerdote, Felipe Cecilia de Caritas Diocesana de Sevilla, y a todos los que dirigían los proyectos sociales, y muy especialmente a aquellos misioneros que dejaron todo por amar a los más pobres, de quienes nunca recibirán nada. Todos ellos tenían tu misma cara, la cara de la alegría y de la serenidad que da la plenitud del hombre.

Pero no puedo olvidar a un gran familia, la Orionista. Gracias al padre Juan Miguel, misionero y miembro de la fundación, llegue a ella, a la que hoy pertenezco y que tú, Ramón, también pertenecías sin saberlo. Ellos me han enseñado que ese amor a los más desfavorecidos es el camino hacia la trascendencias espiritual del hombre en Dios.

Así surgió tu Fundación, como reconocimiento a todas vuestras vidas ejemplares, por enseñarnos con sencillez la respuesta que todo hombre busca, y nos pueda servir como camino para seguir vuestros pasos.