No es difícil recordarle sentado en la acera con su amigo anónimo, inválido de una pierna o vendiendo las cruces de quién se sentaba en  la plaza de abastos, o hablando con los más habituales: Manuel, Antonio,

Floro .... según todos "No hubo Lazarillo más eficaz".

 

No puede pasar inadvertida su conducta anual de entregar su hucha cuantiosa en elDomundo cuando denominaba mis hermanitos de África a los apadrinados, o las miradas y palabras de ánimo a los niños enfermos que lo acompañaron en sus últimos días. 

 

Así surgió tu Fundación, como reconocimiento a tu vida de amor a todos los excluidos, y a todos los que entregan su vida fraternalmente a los demás. Nos enseñasteis  la respuestas que todo hombre anhela:
”el amor a los demás como camino de plenitud y trascendencia del hombre”.